lunes, 7 de octubre de 2013
Lunes bizarro
"Había terminado yéndose una noche. Después de
follar y de fumarnos el último cigarro de después. ¿Dónde se encuentra el
límite entre amar y necesitar? Aquel día lo encontramos. Ya no nos llenábamos,
sólo barríamos el polvo. Los cimientos estaban podridos. Pudimos sobrevivir un
tiempo, luego se derrumbó todo. Estábamos sin estar. Nos íbamos sin saber
cerrar del todo la puerta. Fue que creímos haber encontrado
a esa persona a la que llevábamos tanto buscando, pero resultamos ser el
prólogo de una novela aún por escribir. El invierno del amor. Llegó un momento
en el que hasta cuando nos saludábamos parecía que nos estuviésemos
despidiendo. Rotos desde el principio, vamos. Sin maquillar. Las grietas a la
vista. Ya no sonreía y, cuando lo hacía, la mueca era más parecida a la que se
hace cuando no puedes llorar. Como ahogarse en uno mismo. Lo malo de gritar en
silencio es que nunca te quedas sin aire. Después de todo lo que vivimos, que
fue bonito, al parecer se necesitaba algo más. Necesitábamos algo más. No sé el
qué, pero algo. Fue la esperanza, ¿sabéis?, que nos decía que podíamos llegar
más lejos. Se nos acabó la gasolina a mitad de camino entre mi cama y ninguna
parte. Ya no podíamos volver. Cuando nos tuvimos dejamos de querernos. Juguetes
viejos. Ropa de segunda mano y pasada de moda. Me encontraréis en el outlet del
amor, junto a la sección de billetes de avión cancelados porque es más fácil
soñar que despertar en un mundo que sólo sabe doler. Dolerte. Saqué matrícula
de honor en autojoderme la vida. Si no me quitaba el sueño, improvisaba el
insomnio. No se puede vivir con la necesidad de que te salven, creando falsas
catástrofes. Se fue una noche, y volverá. Ella u otra. Volverá todo eso. Las
rebajas. La primavera. La sensación de haber encontrado una versión inédita de
una obra de la que nunca existió más que la sinopsis. Me da miedo pensar que el
fondo se hunde cada vez más bajo mi peso. No hay tanta luz aquí abajo. Aquí,
donde viven los seres que se han perdido en el mismo lugar de siempre. Los
seres que pueden dejar de ser en cualquier momento. Sólo necesito recordar. No
pasa el tiempo para las despedidas. Será por eso de que el eco de algunos
portazos no termina nunca."
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