La sonrisa se difumina con el paso
del tiempo. Con el emborronar de los recuerdos poco a poco se va diluyendo ese
atisbo de aquella pequeña felicidad que creías tener. Cada mañana te levantas
con la sensación de que no avanzas, de que estás estancado en un mundo del que
ni tú mismo sabes cómo salir. Estás encerrado en una mazmorra cuidada por
dragones que provocan gran temor y no puedes salir a menos que encuentres la
llave mágica. Y sabes perfectamente que esa llave mágica es casi imposible de
encontrar. Sabes que aquello que deseas tanto, te va a costar muchísimo
alcanzarlo. Sabes que sí, que vas a luchar, pero que el hecho de luchar no significa
que vayas a ganar. Y, sin embargo, vas a luchar. No sabes muy bien por qué. No
tienes ningún motivo por el que ilusionarte, ni tienes motivos para seguir
adelante, ni sabes siquiera cómo dar el siguiente paso. Pero… Decides ponerte
en pie como puedes, con el dolor de las heridas inundándote, con la sangre
rodando por los cortes del dolor, con las lágrimas surcando tu destrozado
rostro. Te recompones de las cenizas como el ave fénix que te enseñaron a ser e
intentas devolver el brillo a tus ojos apagados por la oscuridad del silencio.
Tus piernas apenas soportan el peso de tu cuerpo porque no sólo le llevan a él.
Llevan también la pesada carga que hay sobre sus hombros de la que nunca vas a
ser capaz de librarte y que cada vez pesa más. Has llorado mucho por el peso de
esa carga. Te duelen los hombros y la espalda, pero te duele más el no poder
deshacerte de las veces que has errado, de las mil caídas que has tenido y de
las millones de veces que has hecho caer. Quizá por eso estás en ese mundo
tenebroso lleno de oscuridad donde la única luz que hay es la llama de la
vergüenza y la única fuerza que te acompaña es la del orgullo. Te encantaría
poder cerrar los ojos y volver a esos días de luz. A esos días en los que
cualquier cosa te hacía feliz. Quisieras desear salir de aquella tierra hostil
que tan poco te gusta y volver al lugar del que procedes. A ese en el que un
día conseguiste creer en ti mismo, en que podías hacer todo lo que te
propusieras, en el que te sentías querido. Ahora… Te encuentras en medio de esa
sensación de vacío de la que no puedes escapar, de esa falta de luz y esperanza
en tu vida que en el fondo ni siquiera entiendes. No entiendes cómo has llegado
a ese punto sin retorno. Por más que intentas pensar… sigues creyendo que lo
que hiciste, lo hiciste bien, aunque evidentemente no fue así por cómo han
acabado las cosas. Y sin embargo… aún mantienes la idea de encontrar la llave
mágica desaparecida. Esa que te abre la puerta de nuevo a tu mundo. ¿Qué
piensas encontrar? ¿A quién quieres engañar? Sabes que vas a morir en el
intento, sabes que no vas a aguantar una derrota más, que no ganar ahora mismo
significa desaparecer. Estás acostumbrado a ello, pero ya estás harto de darlo
todo de ti y nunca recibir una recompensa. Y… a pesar de todo, sigues siendo
tan estúpido como para seguir intentando hacer lo que esperan de ti sin pensar
qué es lo que quieres de tú realmente de ti mismo. Cambia. Esperan que tires
todo por la borda para salir de ahí. Quieren que acabes contigo mismo en el
intento. ¿Vas a dejar que salgan victoriosos? Lucha por salir, pero adelántate
a lo que quieren y busca tu propio yo porque luego será lo que te salve. Quizá
te siga pesando todo el dolor que tienes encima, que no es poco. Te costará
reponerte de esas sangrantes heridas que apenas dejan moverte, casi no podrás
moverte un centímetro, pero aprovecha ese tiempo para pensar en cómo
enfrentarte a esos dragones que lo único que quieren es que no consigas tu
objetivo. Tómate tu tiempo, que crean que has caído para luego volver de nuevo
con fuerza y poder conseguir la ansiada llave mágica que te permita ir a aquél
lugar que tanto añoras.
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