sábado, 18 de febrero de 2012


Qué más dan los inviernos si se pierden corriendo tras las esquinas de los cimientos de aquellos edificios condenados al exilio. Sufren las mentes pensantes que buscan una solución a todo aquello que no la tiene. Se mudan las oportunidades y se confinan en el lugar más perdido del universo a la espera de algo o alguien que le haga despertar de su ensoñación. Luces grises se reflejan en los ojos perdidos de los que sueñan. El miedo inunda sus almas, pero…¿qué más da? Los suspiros al final se pierden entre los susurros de las mañanas que prefieren quedarse a dormir, entre las almas que se encuentran en los recónditos lugares de este mundo buscando una mitad de algo. Un algo que no existe. Pero… ¿Qué más da de nuevo?  The show must go on, ¿no? En los arrabales de la memoria se revuelven los mendigos de los recuerdos. Dan vueltas en busca de una migaja que les devuelva al hoy de todos los días. Suspira el silencio por los días pasados y duermen los colores entre mantos de nubes al atardecer. El miedo lo arrasa todo a su paso, como un huracán. Una tempestad de inseguridades que te aferra a un clavo ardiendo. Y sabes que no saldrás bien de ahí. De hecho, en realidad sabes que no saldrás, pero eres optimista. Qué remedio, ¿no? Sudas tinta cuando intentas sobrevivir y luchas hasta la extenuación. Quizá vences al principio y se ve un atisbo de luz ahí donde creías que no había nada, pero… sabes que tarde o temprano las nubes volverán a congregarse en una marcha oscura, mortal, a tu alrededor. Y esa luz que creíste ver no será más que un espejismo muerto al lado de un oasis desierto. Y en este momento… ¿qué se supone que has de hacer?

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