jueves, 4 de agosto de 2011

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La oscuridad aparece. Las luces se apagan y solo queda el rumor del mar, el olor de la sal y la arena que se entremezcla entre los dedos de los pies. El viento acaricia su rostro mientras ella enfríe sus manos en la arena que ya ha perdido todo elcalor del sol de la mañana. Augura su soledad. El frío que la envuelve. Ella mira el firmamento y sólo encuentra el rastro de una estrella muerta que se burla de sus sueños porque por más que los pida sabe que nunca se los cumplirán. Ni siquiera la luna hace acto de presencia. Se resiste a mostrarse a un mar poco embravecido y esconde su cara a esa muchachita perdida que le que la intenta encontrar en busca de respuestas. Pasa el tiempo y ella sigue perdida en sus sentimientos jugando con la arena de la playa luchando por que el mar le devuelva sus sentidos y, de repente, la ve. Se asoma tímidamente, rojiza, con la inocencia de un niño alzándose despacito en la consquista del cielo. Lucha con las estrellas e intenta muliplicarse al reflejarse en el mar. Ella la observa ensimismada otra vez admirando su fortaleza, las ganas de salir noche tras noche a iluminar el camino a alguien y consiguiendo que las mentes se despejen. De todas formas... ella sigue perdida entre las algas de ese mar tranquilo mientras todo se sucede en su alrededor, mientras piensa qué hacer para tener las ganas de sonreír de siempre.Echa demasiado de menos... Echa demasiado en falta....

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