jueves, 4 de agosto de 2011

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Las colillas se amontonan poco a poco en un cenicero gris de tanto usarlo. El humo viciado acompaña la estancia y el olor inunda cada poro de su piel haciéndole sentir sucio. Se ciega y no ve nada más que esa niebla que rodea su existencia en ese momento. La oscuridad empieza a cernirse sobre él y no sabe muy bien qué hacer. Quizá piensa en escapar, no desea nada más en este mundo. Allí de donde viene le espera gente que seguro que le quieren más que donde está, pero... En el fondo sabe que no puede.. No puede escapar. Esa salida no es posible aún y ha de esperar... Echa de menos y se pasa el día agarrado a un móvil a la espera de que un alguien especial se acuerde de él y le saque una sonrisa.. la primera de verdad del día. Se pasa el día perdido mirando las estrellas en busca de una que no le vacile cuando desee. Busca esa luna que se esconde por la noche impidiéndole ver en la tremenda oscuridad que le rodea... Solo puede guiarse por el sonido del mar que le lleva a ahogarse en él y acabar con las tremendas ganas de no ver a quien echas de menos...

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