domingo, 10 de julio de 2011

,,

Hay momentos en los que la ilusión se desvanece… Que simplemente después de las veces que has tenido que luchar para levantarte de cada una de las caídas, de los mil y un tropiezos que aun te duelen, piensas que no hay nada bueno guardado para ti. Crees que nunca vas a encontrar una mano amiga que te ayude cuando el vacío se extienda bajo tus pues. Y ves que poco a poco las luces se apagan, que la gente va desapareciendo de la función y que estás solo en medio del gran vacío que es tu vida. Es ahí cuando comienzas a darte cuenta de lo siniestro que es todo cuando no hay nadie con quien compartir las cosas, cuando no hay una sonrisa que aparezca con cualquier tontería, cuando no hay unos ojos que te miren con aprobación cuando realmente hagas algo que está bien. Ves que realmente tu vida es eso, un teatro en el que la gente aparece y desaparece en cada representación y te sonríe simplemente porque tiene que hacerlo.

Y… Sin embargo… Cuando tu ojos se han cansado de esperar ver una chispa, cuando la esperanza ha dado paso al profundo pesimismo, cuando has dejado de sonreír con las mismas ganas y de tus ojos solo salgan lágrimas de amargura… Solo entonces es el momento en el que te das cuenta de que en realidad siempre ha habido alguien ahí que te ha ayudado cada función a subir y bajar el telón. De que esa persona que está ahí escondida todo el día a la que apenas hablas y a la que sonríes simplemente por cortesía es la que consigue que en tu vida seas algo más que el profundo vacío en el que te envuelves cada vez que acaba el teatro, la que te ayuda a recibir esas sonrisas y la que consigue que cada día escuches esos halagos que te hacen levantarte al día siguiente. Cuando caes en la cuenta de esto es el momento en que realmente ves que todo lo que pedías y anhelabas estaba ahí enfrente, a tu lado a cada instante intentando que todo te saliera mejor, que sonrieras, que fueras feliz aunque no fuera con ella.

Es justo ahí cuando te das cuenta también de que todo lo que te rodea no es más que una farsa y que quien realmente importa está ahí siempre sin necesidad de invitarle a la función.

Entonces descubres de nuevo sus ojos… esos que siempre mirabas y en los que nunca te habías fijado, descubres la intensa luz que hay en ellos… Encuentras su sonrisa… tan bonita como recordabas pero más especial que nunca porque en ella habías encontrado exactamente lo que querías.

Te reinventas para hacer feliz a esa persona y descubres que sólo con ella tienes lo necesario para ser feliz, que sólo con su sonrisa cada mañana consigue que tú seas feliz durante mucho tiempo. Que un beso suyo cura las peores heridas. Que una mirada suya consigue iluminar tu mundo aunque éste se halle en la oscuridad más profunda.

Y descubres que lo mejor de esa persona… es que hace una y mil locuras cada día solo para verte feliz… Que simplemente eso le basta para ser feliz y que una sola palabra consigue arrancar la más bonita de sus sonrisas… Te das cuenta… De que sin esa persona… tu vida no sería más que un teatro oscuro y derruido en el que a gente se ríe del bufón de turno que simplemente intenta cumplir sus sueños cuando nadie cree en ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario