Hay una tormenta a tu alrededor. Un huracán de sentimientos. Todo da vueltas a tu alrededor. todo falla, todo se sucede como una cadena desastrosa de actos de los que no sabes si saldrás. Estás en un abismo. estás a punto de caer. Y lo peor es que te da igual. en medio del huracán oyes un grito, pero no le haces caso. Sabes que eres tú mismo a punto de morir y sabes que nadie te va a escuchar. Intentas hacerte amigo del aire, intentas decirte que no tienes de qué preocuparte porque vas a salir de ahí. pero hasta tú sabes que es mentira. Todo vuela a tu alrededor, todo se destruye como un edificio mal construido. Tu vida es como un castillo de naipes que peligra con caer al mínimo soplo de aire. Y estás en medio de un puñetero huracán del que no puedes salir. No encuentras más opciones que quedarte esperando a que tu interior se tranquilice, a que las aguas vuelvan a su cauce. No sabes qué o quién puede ayudarte. Pero te da igual, ahora solo quieres estar solo. Solo quieres que te rodeen tus propios pensamientos y desaparecer. Quieres desaparecer de un mundo que no sabes muy bien si es el tuyo. Tú ves que a tu alrededor todo es bonito y maravilloso. De hecho, sabes que hasta hace nada tu vida también lo era y sin embargo hay reveses. Hay subidas y bajadas. Hay calma y tempestad. Mucha calma había... Ahora toca lidiar con las olas, sacar de paseo las tablas de surf e intentar no ahogarse entre emociones contrapuestas. No sabes muy bien si lo vas a hacer ni por qué se supone que deberías hacerlo. Y piensas. y sigues pensando mientras todo se tambalea a tu alrededor y estás a punto de desbordar. Le das vueltas y vueltas a algo que ya no hay quien lo cambie. Y piensas y piensas y vuelves a pensar. Y estás en medio del mar bravo decidiéndote si nadar o no, decidiendo si coger la tabla y torear las olas o dejarte llevar por la inexorable fuerza de la tormenta que te agarra y te encierra. Decidiendo qué cojones hacer o pensar para que esa tormenta acabe, para que el huracán cese, para zanjar esa brecha de emociones que te destrozan por dentro.
De fondo... De fondo empiezas a escuchar más gritos. Son de aquellos que están ajenos a esa tormenta. Muchos quizá no sepan ni que existe... pero aún así te gritan para que escapes de sus garras y vuelvas con ellos con una cara cansada y un corazón malherido, pero con la misma sonrisa de siempre y las tremendas ganas de comerte el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario