domingo, 23 de septiembre de 2012


Creo que todos (o casi todos) tenemos a una persona que lo cambia todo. Sí, de esas que parece que no llaman la atención o que sí lo hace, pero no reparas en ello. Que no te das cuenta de cuán importante es hasta que un día no está. Te acostumbras a sus sonrisas radiantes al soltar cualquier chorrada, de sus ojos brillantes cuando te mira, de sus palabras de aliento cuando parece que todo va cuesta abajo y sin frenos. Te acostumbras a girar la cabeza y ver que ahí está. Pero hay días que por una cosa u otra no la ves e inexplicablemente tu mente busca cualquier cosa posible para tenerla en tu mente. Igual es que de repente alguien se te parece a esa persona o escuchas un comentario y dices: "es típico suyo" o incluso un gesto sin importancia consigue que su nombre, su presencia, navegue entre tus recuerdos. Lo mejor de todo es que, realmente, nada de eso es necesario. Cuando esa persona no está, lo notas y realmente te das cuenta, sin necesidad de nada, de que su simple presencia no sólo te hace sonreír, sino que consigue que esa sonrisa dure días y semanas. Que tus días no sean unos vacíos ir y venir, salir de casa y volver sino que tengan un por qué. Y no sólo eso. Consigue ser el motivo de esa sonrisilla estúpida pero genial que surge justo antes de dormirte, cuando recuerdas algún detalle suyo aunque sea tan simple como una mirada o una palabra.
Y eso... Eso para mí es lo mejor que hay en el mundo.

Único en tu especie... :)

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