Te pienso cada noche antes de ir a dormir. Te recuerdo linda, bonita y amable sonriendo a la vida sin darte cuenta. Te pienso despacio y viva, con la mirada brillante y el futuro en tus manos. Te giras mientras me miras, mientras me embelesas con tus labios y me hablas y te enfuruñas porque no te escucho. Pero qué te voy a escuchar yo... Si me matas cuando me miras, si me pierdo en tu cara, en tu boca, en tus ojos.. Si mataría por un segundo más de día contigo.
Pero qué sabré yo. Te pido perdón una y mil veces aun sabiendo que voy a caer. Y lo mejor es que tú lo sabes y aun así... sigues estando ahí.
Me recuerdas a mi niñez, cuando hablaba solo delante del espejo o solo me importaba dormir hasta muy tarde. Cuando sólo tenía una cosa en mente y la peleaba y disfrutaba hasta el final con esa ilusión que tu y yo sabemos que perdemos con los años. Y sonreía.
¿Sabes lo que daría por volver ahí? Dejaría de navegar entre las pompas azules de la noche imaginando un recuerdo de ti con el sol de fondo y mirándome con tu sonrisa de cuando tenías 5 años. Dejaría de pensarte vagamente con una forma difusa y unos labios lejanos. Dejaría de imaginar el sonido de tus latidos cuando te recostases conmigo.
Pero de nuevo, qué sabré yo. Yo sólo sé de historias que se pierden en letras, de ideas difusas que desaparecen con el tiempo. Sólo sé de perder y de adioses o de adioses perdidos, aún no lo sé.
¿Qué más da?
Un día menos, un día más.
Making mistakes