sábado, 20 de octubre de 2012
Ella es como un pequeño reloj para mí. Por ella pasan mis horas y mis minutos sin que apenas me dé cuenta. Sus manos manejan los hilos de mis sentidos y me hace vivir. Siempre encuentra un momento para hacerme volar y no concibo mis días si ver sus ojos al despertar. Dice que estoy loco, que me pierdo en la sinrazón y que hago tonterías, pero lo que no sabe es que quien me vuelve loco es ella. Que son sus sonrisas las que me hacen perder la razón y sus besos los que me hacen perder el control. No se da cuenta de que me pierdo tras el vaivén de sus caderas ni de que mi día empieza cuando cruzo una palabra con ella. Que igual hay días en los que no sé ni qué decir, pero eso es porque me deja sin palabras. No sabe que su sola presencia me transmite paz. Y lo que desde luego no se puede imaginar es el miedo que me da su ausencia… No vaya a ser que decida no volver… Es que una vez que he probado su sabor ningún otro merece mi atención. Es cierto que yo sé poco de eso que llaman sentimientos y que me pierdo cuando hay que ponerle palabras y mucho más cuando tengo que demostrarlo, pero soy un loco enamorado de su ser, de su existencia y aunque las palabras siempre se me quedarán cortas, nunca dejaré de intentar decirla lo que siento porque se merece cada una de las palabras aquí escritas, de los sentimientos implícitos en estas líneas. Soy un desastre, sí, pero te quiero.
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